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dissabte, 30 d’octubre del 2010

Cuando la adopción pierde su magia

NÚMERO 42. VERANO 2010
Cuando la adopción pierde su magia 

“Ahora los adoptantes en lugar de estar agradecidos, desconfían de los profesionales y de las autoridades y no entienden que las cosas no son así” 

NO SE LO QUE ESTÁ OCURRIENDO, pero desde hace más de un año percibo que la adopción internacional en España, ha perdido la magia que representaba conseguir que muchos niños abandonados o huérfanos en lugares lejanos, encontraran estupendos hogares donde crecer y ser felices en España. 

Antes, las familias al iniciar sus expedientes de adopción, eran conscientes de la complejidad del proceso y de las dificultades del país a donde dirigían sus solicitudes y, cuando tras un largo camino repleto de dificultades y problemas, el destino premiaba su empeño y tesón con el primer abrazo de su hijo/a, lo recibían valorando agradecidos el gesto generoso del país que estaba permitiendo que ellos hicieran realidad su sueño y deseo de paternidad y/o maternidad, con responsabilidad y respeto hacia las circunstancias que habían obligado a que ese niño/a fuera entregado en adopción a una familia extranjera que le llevaría a un lugar lejano, lejos del país que le vio nacer. 

Recuerdo los esfuerzos de muchos padres para sacar adelante a estos pequeños que acusaban una malnutrición severa o un retraso importante por las condiciones en que estaban institucionalizados, pero las familias comprendían perfectamente la situación: se trataba de niños abandonados en un país del tercer mundo, con carencias y necesidades y estaban tremendamente agradecidos al país y a las personas que habían cuidado de sus pequeños hasta su recogida, en definitiva, a todos aquellos que generosamente habían contribuido a su felicidad y que confiaban en que ellos podrían ser buenos padres. 

Sin embargo, últimamente esa magia se ha ido perdiendo, no se si es que el concepto real de la adopción se ha diluido, si es que hemos vivido tiempos de bonanza provocados porque ha habido países como China que ha permitido que los niños adoptados vinieran en cantidad y con rapidez, y ello ha generado el mito de que adoptar es sencillo, o la falsa creencia de que si mi vecino de al lado tiene adoptadas dos niñas preciosas ha hecho llegar a la convicción de que todos tenemos el mismo derecho, pero la realidad es que las familias se han vuelto exigentes y egoístas, hasta extremos que jamás hubiera imaginado. 

Ahora los adoptantes no valoran la suerte que supone obtener las asignaciones de sus pequeños aunque, un sencillo análisis del panorama de la adopción internacional demuestre que más que un premio, significa ¡el bote de la primitiva! Tampoco comprenden que los niños se puedan poner enfermos o que tengan carencias porque están institucionalizados, porque ¡qué mal están cuidados los niños en países retrasados como Vietnam o Haití! 

En lugar de estar agradecidos, desconfían de los procesos, de los profesionales y de las autoridades que intervienen en ellos, y no entienden que las cosas no son así, ellos no tienen derecho a esos auténticos bombonazos, sino son los pequeños los que deberían tener la mejor de las familias posibles, y en un mundo en el que hay cientos de familias a la espera de adopción, ¿están realmente seguros que son ellos la mejor opción? Como el verano es tiempo de reflexión invito a más de uno a pensar sobre todo esto. Al fin y al cabo, es de bien nacido el ser agradecido. 


Blanca Rudilla Directora ACI